Muerte de Isabel II complica más a UK
La Reina Isabel II murió ayer en su residencia de verano en Escocia, empujando una transición trascendental en un momento de agitación política y económica en Reino Unido.
El fallecimiento de la Reina en el Castillo de Balmoral, anunciada por el Palacio de Buckingham a las 18:30 horas, tiempo local, elevó a su hijo mayor y heredero, Carlos, al trono.
A los 96 años, visiblemente frágil y habiendo sobrevivido a múltiples problemas de salud, Isabel II había estado en el ocaso de su reinado durante algunos años. Aun así, la noticia de su muerte llegó como un trueno a todo el reino británico, donde la Reina era una figura reverenciada y un ancla de estabilidad.
Por sí mismo, el deceso de la Reina es un momento decisivo. Pero también llega en tiempos de gran incertidumbre en Reino Unido. Una nueva Primera Ministra, Liz Truss, ha estado en el cargo tan sólo tres días, tras meses de agitación política en el Gobierno británico. El país se enfrenta a las amenazas económicas más graves en una generación, asediado por la inflación, las altas facturas de la energía y el espectro de una recesión prolongada.
La noticia del declive de Isabel II comenzó a circular mientras el Parlamento debatía un paquete de ayuda de emergencia para proteger a los británicos de los enormes aumentos en las facturas de gas y electricidad. Luego de que un alto ministro le susurró al oído, Truss se levantó para dejar la cámara. Horas más tarde, vestida de negro, salió de Downing Street para rendir homenaje.
Mientras caía el anochecer en Londres, grandes multitudes comenzaron a reunirse frente al Palacio de Buckingham.
En el Metro de Londres, grupos de amigos comenzaron a interpretar espontáneamente «God Save Our Queen». Otros se quedaron en las esquinas de las calles, mirando las actualizaciones de noticias en sus teléfonos. En el sur de Londres, Tiana Krahn aludió a los crecientes problemas de Reino Unido, y dijo que la muerte de la Reina se produjo en el «peor momento posible en la historia».
«Vamos a ver locos desmoronándose», añadió.
«Había algo sólido en eso, en saber que ella estaba».
Muchos de aquellos que llenaron los pubs por la noche dijeron que no sabían cómo deberían sentirse.
«No creo que la gente alrededor del mundo se haya dado cuenta de lo brillante que ella era», declaró Jeff Nightingale.
«Es como perder a tu abuela».
El lenguaje duro en la declaración del Palacio ayer fue muy inusual y dejó pocas dudas sobre la gravedad de la situación.
La causa de muerte de la Reina no se conocía; el Palacio ha dicho en el pasado que ella tenía problemas de movilidad. Se recuperó de Covid-19 en febrero, que después señaló que la dejó exhausta.
La vigilia llegó luego de una semana que ofreció un poderoso recordatorio del rol de la Reina en la monarquía constitucional británica. El martes, se reunió con Truss y su predecesor saliente, Boris Johnson. En una foto, una Reina sonriente, aunque de aspecto frágil, saluda a Truss con un bastón en la mano izquierda.
Más allá de tales rituales formales, la Reina fue un símbolo de continuidad y constancia durante ocho décadas. Sirvió como un vínculo vivo con las glorias de Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial, presidió su ajuste irregular a una era poscolonial y posimperial, y la vio durante su amargo divorcio de la UE.