Jorge Mario Bergoglio, fallecido el pasado 21 de abril a los 88 años, fue el primer líder de la Iglesia católica nacido en Sudamérica, el primer jesuita, el primero en cambiarse de los lujosos aposentos Papales a un discreto departamento y el primero en ajustarse a la auténtica doctrina cristiana de la justicia social.

 

Por ello también fue el primero en utilizar el nombre de Francisco, en homenaje al radical San Francisco de Asís (1181-1230), para identificarse con el fundamento del cristianismo, todos somos iguales.

 

Desde el comienzo de su pontificado y especialmente tras la publicación de la Encíclica “Laudato si”, algunos sectores políticos y varios periodistas intentaron encuadrar la figura del Papa Francisco con ideologías y corrientes partidarias.

 

Sin embargo, la centralidad del tema de la justicia social en los discursos de Francisco no se puede extrapolar de los contenidos de la Doctrina Social de la Iglesia y de ahí derivan las continuas referencias a la dignidad humana, la ayuda a los refugiados y el cuidado de la tierra entendido como ecología humana total.

 

Estos temas no son nuevos. Ya en 2009, el entonces Cardenal Bergoglio —arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado argentino— explicaba que el principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia es la inviolable dignidad de la persona de la que todos participamos, ya que todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios. De éste deriva otro principio que orienta la actividad humana: el hombre es el sujeto, principio y fin de toda la actividad política, económica y social.

 

A este respecto, Bergoglio resaltaba que según el Concilio Vaticano II “las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre miembros de nuestra sociedad, en nuestro pueblo, son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional”.

 

De esta iglesia se nutre el Papa, quien en la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Brasil en 2013 declaró que su programa son las Bienaventuranzas y Mateo 25. De esta forma, a cada crítica recibida se pondría responder con las palabras que legó el Sermón de la montaña:

 

—Los candidatos del Partido Republicano estadounidense y la Cadena Fox lo tildaron de ser marxista por las críticas realizadas al sistema capitalista que hizo primero en la exhortación “Evangelii Gaudium” y luego en la encíclica “Laudato si”, denunciando las disparidades sociales, la explotación y exclusión de los más pobres que dicho sistema comporta (Bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos).

—El politólogo Giovanni Sartori lo culpó de ocuparse de temas que no competen a la Iglesia por haber instado a no rechazar a las personas migrantes y a los refugiados (Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia).

—El periodista Antonio Socci, sumándose a las críticas de Sartori, acusó a Francisco de callar sobre las masacres de cristianos. Pese a ello, consta que el 9 de agosto de 2014 el Papa Francisco envió una carta al Secretario General de la ONU, pidiendo justamente seguridad y ayuda humanitaria para los cristianos perseguidos por las milicias del Estado Islámico en Irak.

—Y finalmente, la prestigiosa revista The Economist lo llamó peronista por su decisión de visitar Cuba antes que Estados Unidos y su elección de visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay, los tres países con gran población amerindia, calificando todos estos gestos como la prueba de su sueño de construir la Patria Grande. (Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios).

El mensaje del Papa Francisco transciende cualquier movimiento político. Se trata de volver a poner el hombre al centro de lo político y eso no tanto como “ciudadano” o como “sujeto económico” sino como “persona dotada de una dignidad trascendente” como pidió en su visita al Parlamento de Estrasburgo, el 25 de noviembre de 2014.

Es difícil entender el desafío que nos lanza el Papa, en una sociedad global marcada por los avances tecnológicos y por las desigualdades. Para entender al Papa Francisco, lo mejor es simplificar. Él mismo dijo en Paraguay, durante su visita pastoral el 5 de julio de 2015: “El Evangelio nos da las claves para afrontar los desafíos actuales”.

El Papa no es Marxista, ni Populista, ni Peronista, es un cristiano en el sentido más profundo y lleva adelante la palabra de Cristo y la conducta de San Francisco de Asís.

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