CNN informó el 24 de junio algo que la Casa Blanca negó rápidamente.

 

Citando a tres personas informadas al respecto, el reporte dijo que los ataques probablemente solo retrasaron meses el programa.

 

Y este reporte coincide con la intrigante declaración de Irán: “las instalaciones fueron gravemente dañadas”. Y agregaron que seguirá su programa nuclear.

La evaluación estadounidense fue elaborada por la Agencia de Inteligencia de Defensa, el brazo del Pentágono, con base en la revisión de datos del Comando Central de Estados Unidos, de acuerdo con CNN.

Dos personas familiarizadas con el reporte dijeron al medio estadounidense que las centrifugadoras están prácticamente intactas.

 

De acuerdo con funcionarios citados The New York Times, el informe dice que el bombardeo estadounidense selló las entradas a dos de las instalaciones, pero no derrumbó sus edificios subterráneos.

El informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa estimó que el programa se retrasó menos de seis meses.

‘Esta evaluación es errónea’

No se esperaba otra actitud de la Casa Blanca, porque apenas empezó a divulgarse el contenido del informe, la Vocera, Karoline Leavitt, lo minimizó.

«Esta supuesta ‘evaluación’ es completamente errónea y fue clasificada como ‘alto secreto’ pero aun así fue filtrada a CNN por un perdedor anónimo y de bajo nivel en la comunidad de inteligencia”, afirmó.

 

Programa iraní inició gracias a EE.UU.

 

Cuando el Presidente Donald Trump ordenó un ataque militar contra el programa nuclear de Irán, se enfrentaba a una crisis que Estados Unidos, sin saberlo, desencadenó hace décadas al proporcionar a Irán la tecnología nuclear.

 

Escondido en los suburbios del norte de Teherán, la capital iraní, hay un pequeño reactor nuclear utilizado para fines científicos pacíficos, que hasta ahora no ha sido el objetivo de la campaña de Israel para eliminar la capacidad de armas nucleares de Irán.

El reactor de investigación de Teherán fue enviado a Irán por Estados Unidos en la década de 1960, como parte del programa «Átomos para la Paz» del Presidente Dwight D. Eisenhower, que compartía tecnología nuclear con aliados estadounidenses durante la Guerra Fría.

Hoy en día, el reactor no contribuye al enriquecimiento de uranio de Irán, funciona con un combustible nuclear demasiado débil para alimentar una bomba.

 

Pero otros países, incluido Pakistán, tienen la misma responsabilidad que EE.UU. por el avance de Irán hacia la capacidad de fabricar armas nucleares.

Y el reactor de Teherán es también un monumento a la forma en que Estados Unidos introdujo a Irán a la tecnología nuclear.

«Le dimos a Irán su kit de inicio», dijo Robert Einhorn, ex funcionario de control de armas que trabajó en las negociaciones de Estados Unidos con Irán para limitar su programa nuclear.

«En aquella época no nos preocupaba mucho la proliferación nuclear, así que éramos bastante promiscuos en la transferencia de tecnología nuclear», dijo Einhorn, ahora investigador principal de Brookings Institution. «Logramos que otros países se iniciaran en el sector nuclear».

El Irán que recibió un reactor de investigación estadounidense en 1967 era muy diferente del país gobernado hoy por clérigos y generales. Estaba dirigido entonces por un Monarca, o sha, Mohammad Reza Pahlavi, un aristócrata educado en Suiza, instaurado mediante un golpe de Estado en 1953 respaldado por la CIA.

Impulsado por «Átomos para la Paz», Pahlavi presupuestó miles de millones de dólares para un programa nuclear iraní que consideraba una garantía de la independencia energética de su país.

 

Estados Unidos acogió a jóvenes científicos iraníes en cursos especiales de formación nuclear en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Durante una visita a París en 1974, Pahlavi fue homenajeado en Versalles antes de firmar un acuerdo de mil millones de dólares para la compra de cinco reactores nucleares de mil megavatios a Francia.

Pero las sospechas sobre las intenciones de Pahlavi crecían en Washington.

Un artículo del New York Times de 1974 señalaba que el acuerdo de Irán con Francia sobre los reactores nucleares no mencionaba públicamente las salvaguardias contra el uso de los reactores como base para armas nucleares.

Pronto, el shah habló del «derecho» de Irán a producir combustible nuclear en su país, una capacidad que también puede aplicarse al desarrollo de armas nucleares.

Pahlavi recurrió a Alemania para construir más reactores y a Sudáfrica para uranio crudo.

Para 1978, la administración Carter se alarmó. En 1979, la Revolución Islámica, impulsada en parte por el odio a Estados Unidos y su apoyo al sha, se extendió por Irán y derrocó a Pahlavi.

Los nuevos gobernantes clericales de Irán, encabezados por el Ayatolá Ruhollah Jomeini, mostraron inicialmente poco interés en continuar un costoso proyecto asociado con el sha y las potencias occidentales.

Pero tras una brutal guerra de ocho años con Irak en la década de 1980, Jomeini reconsideró el valor de la tecnología nuclear.

 

Esta vez, Irán se dirigió al este, a Pakistán, otro beneficiario de «Átomos para la Paz», que para entonces estaba a menos de una década de probar una bomba nuclear. El científico pakistaní y traficante de armas nucleares Abdul Qadeer Khan vendió a Irán centrifugadoras para enriquecer uranio a niveles de pureza aptos para fabricar bombas.

Anterior

Mete a México en la misma canasta que Irán

Siguiente

EE.UU. vs bancos mexicanos; pero sin evidencias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar

No te pierdas

Diputados piden que Ternium sea reubicada

admin

Por unanimidad, la Diputación Permanente del Congreso local demandó ayer al Gobernador Samuel García que, «por causa de utilidad pública», se coordine con Ternium México para que sus plantas en Monterrey y San Nicolás sean reubicadas fuera de la mancha urbana.   «La Diputación Permanente acuerda enviar un exhorto al titular del Poder Ejecutivo del Estado, para que en coordinación con la […]